26 de junio de 2015

A mis pequeñas estrellas fugaces

Cuando yo era pequeña tenía mucho miedo a la oscuridad. ¡UY! ¡MUCHO MUCHO! Pero entonces mi mamá venía, se sentaba en mi cama, me daba un beso de esos que suenan ASÍ DE FUERTE y me decía: 

-       No tengas miedo. Sólo necesitas un rallito de luz que te ilumine.

Y entonces, muy en silencio encendía una lucecita pequeñita y la dejaba junto a mi cama, y así me quedaba dormida cada noche…soñando con la luz.

Creo que por eso empezaron a gustarme las estrellas. Cuando se hace de noche y todo se vuelve negro…miras al cielo y, poco a poco comienzan a aparecer unos puntitos que lo iluminan todo… Y, claro… ¡ES EMOCIONANTÍSIMO! 

Tan diminutos, tan pequeñiiiiiisimos y sin embargo… cada uno tiene su propia luz, cada uno es diferente y único. Y parece que no es nada pero…cuando están todos juntos… son capaces de iluminar el cielo entero, el universo, todo.

Antes de que llegáseis, antes incluso de que fuéseis bebés… no había nada. Todo era como el cielo cuando anochece, negro, muy negro…y triste . No se escuchaban risas, ni vocecillas diminutas, ni pasos, ¡NÁ DE NÁ!; no había alegría. Claro, si todo estaba oscuro…¿cómo íbamos a ser felices las seños?

Pero entonces, un día…

-       FIIIIIIUN

-       FIIIIIIIIUN

-       FIIIIIIIIIIIIIIIIUN

¡UY! ¡Algo raro empezó a pasar!

 

¡ESTRELLAS FUGACES!

¿Sabéis lo que son? Pues esas estrellas traviesas, juguetonas, alocadas, divertidas, y pequeñas, aún más pequeñas de lo normal que juegan al pilla pilla, al escondite, que aparecen y desaparecen, que no paran de reírse y que están llenas de alegría.

¡ESAS ÉRAIS VOSOTROS! 

Llegásteis a nuestro cielo y casi no sabíais volar, ni hablar, ni parpadear. Érais estrellas tan pequeñitas que ni sabíais que dentro de vosotros había una luz preciosa. 

¿Y sabéis que pasó?

Pues que pasó el tiempo. 

Y las estrellitas empezásteis a descubrir, a investigar, a soñar, a reír, a reír un poco más, a querer, a abrazar, a besar…  llenásteis todo lo que había estado vacío.

Y ENTONCES, UN DÍA….

Un día apareció.

¿Sabéis qué?

 

Pues qué va a ser… ¡LA LUZ, VUESTRA LUZ! 

 

 

Y….¡AAAAAAAY! ¡ERA TAN BONIIIIIIIIIIITA! ¡TAN BONIIIIIIIIIIIITA!

Tanto que las seños empezamos a ser felices, muy felices, como cuando mi mamá colocaba mi lucecita por la noche para poder dormir. Felices porque habíais conseguido crecer, pero sobre todo, porque ya nunca más estaríamos a oscuras…porque habíais llenado todo de luz.

 

Ahora sois estrellas fugaces preciosas. Ya sabéis saltar, correr, trotar, haceos cosquillas…puede que incluso sepáis hasta leer, ¡quién sabe!

Pero como vuestro nombre dice, fugaces sois. Significa que no podéis estar quietas, que necesitáis volar, muy lejos, muy alto. Significa que el mundo necesita ver vuestra lucecita y ser feliz con vosotras, igual que lo fuimos las seños. 

 

Así que ha llegado la hora, la hora de ponerse en marcha. Vamos a hacer una cosa. Vamos a cerrar todos los ojos, muy fuerte. Y ahora… vamos a intentar ver esa luz que tenemos dentro. ¿La veis? ¿No? ¡ESO ES QUE NO ESTÁS APRETANDO BIEN LOS OJOS! 

Venga… ¿Lo hemos conseguido? Pues ahora tenemos que hacer todos una promesa, pero de las de verdad, ¿eh? Vamos a prometer juntos que nunca jamás dejaremos que esa lucecita se apague, que la mantendremos encendida siempre siempre y la enseñaremos al mundo entero.

 

Porque así todo estará encendido…

Y ya nunca más tendremos miedo.


Os queremos mucho. Pequeñas estrellitas fugaces.




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